“.
Hoy sigo hablando de poesía ,de novelas, de escritores ,Sigo refiriéndome a Blaisten,
que en su discurso ante la Academia Argentina de Letras ,en ocasión de haber sido elegido académico, pronunció las siguientes palabras.Es una versión resumida, (qué atrevimiento el mío), pero deseo que el que lea mi blog, lo conozca:
“ Mi humilde teoría consiste en afirmar que, entre otras cosas, la literatura es solemnidad destruida Cada lector podrá hacer su propia selección, pero es indudable que Borges, Roberto Arlt, Marechal, Silvina Ocampo, Cortázar, Bioy o Denevi, se han abocado a una destrucción. Se han propuesto destruir lo solemne.
”.
A todos nos han regalado novelas de pretendido contenido social, cuyas acciones transcurren en villas miseria, y donde se leen párrafos como éste: “- Quítate el abrigo-exclamó ella al tiempo que tomaba su mejor copa de cristal y le servía oporto”.
Concienzudas elecciones de copas de cristal en una villa miseria n los comienzos del siglo veintiuno nos demuestran que la solemnidad no respeta nada. No deja género sin abordar y se instala en la vida cotidiana.
No hace mucho, por la radio, un locutor informaba que “se espera un nuevo incremento de las marcas térmicas”. Recordé, no sin cierta nostalgia, cómo se decía eso mismo en Entre Ríos. Se decía: “No, sí, se viene el calor nomá”.
”.
Pero no sólo la tinta de imprenta adolece de solemnidad; la de la cinta de la vieja máquina de escribir y la del cartucho de la impresora (original o reciclado, no interesa) tienen lo suyo.¿Quién no ha implorado porque sean de tamaño carta? ¿Quién no se ha dicho a sí mismo: “¡Dios mío!” al comprobar que no, que efectivamente son de tamaño oficio, y que el participante de esa mesa redonda que va a leer esas hojas es todavía joven?
Y no porque uno tenga nada contra la juventud, al contrario, sino que los jóvenes, como ven bien, usan siempre el cuerpo de letra más chico que tienen en la computadora.
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Curiosamente, se sobrepone al tiempo y a sus mudanzas. Hace medio siglo, un chico se ahogó en la pileta del club Ferrocarril Oeste. Las hojas de los plátanos habían tapado el cuerpo, que estaba en el fondo. Llegué a mi casa demudado. Mi hermana Paulina me preguntó qué me pasaba. “Se ahogó un chico en la pileta”, le dije. Al día siguiente, en el diario podía leerse este titular: “En el natatorio de un club pereció ahogado un menor”.
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Creo que no hay escritor que no haya resultado solemne alguna vez,dijo,Bioy Casares
Entramos aquí en la simulación, uno de los componentes básicos de la solemnidad. Se simula lo que no se es y se disimula lo que se es. Y al asumir una apariencia se especula. Se especula en el doble sentido, el del espejo. Marco Denevi destruye la solemnidad, pero la muestra en su reflejo. Devuelve la imagen dada vuelta. Sartre dice que somos como los demás nos ven. Denevi podría decir: “Somos como el espejo nos distorsiona”. Somos la imagen absurda y deformada de esos espejos de los parques de diversiones, que nos llena de extrañeza.
Todos, alguna vez en la vida nos hemos quedado inmóviles frente al espejo, mirándonos como si no nos conociéramos.
Quizás otro escritor hubiera escrito “como si no se reconociera”, pero Denevi escribe “como si no se conociera” y ahí la solemnidad se destruye. Para Denevi, no somos nada sin el espejo, no somos nada sin la apariencia. En un reportaje, afirmó: “En realidad, no somos, parecemos”.
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Figuración o muerte
Juan Carlos Ghiano contaba de cierto escritor alborozado que blandiendo un libro le dijo: “¡Me publicaron un cuento en una antología. Mirá, y estoy en la tapa!” En la tapa decía “Cortázar, Rulfo, Onetti, Quiroga y otros”. “Yo figuro en otros”, dijo el escritor alborozado.
”.
Para mí, la literatura es una forma de salvación constantemente acechada por ese sistema de confusión que nunca abandona su puesto sin lucha. Y la solemnidad siempre deja su sombra. Entonces hace del lugar común un rito, de la comodidad una forma de vida, y establece fórmulas para “quedar bien”. De esta manera, el presidente francés que visita el país siempre ha de ser “el mandatario galo”, y el primer ministro alemán será siempre “el premier teutón”. Por los años sesenta, hubo un periodista que definió a Germaine Damar, la protagonista de la película Las piernas de Dolores, que venía al Festival de Cine de Mar del Plata, como “la gran actriz teutona”.
Resumiendo, la solemnidad es una mala costumbre, hecha de apariencias..
Surge, por ejemplo, aquel final del Quijote que rescataba Borges: “Hallóse el escribano presente, y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual, entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu, quiero decir que se murió”.
¡La simplicidad y la hondura de esas cinco palabras!
. Quisiera recordar a través de las palabras del doctor Federico Peltzer a otro de los académicos que me precedieron. En 1995, Federico Peltzer, en una exposición que tituló La personalidad múltiple del doctor Osvaldo Loudet, rescata con certera premonición esta frase que, en 1969, escribió Loudet: “En los períodos de crisis, las culpas se buscan automáticamente en el pasado, cuando los culpables viven en el presente”.
En 1964, en este mismo lugar, al pronunciar su discurso de recepción, Pedro Miguel Obligado dijo: “La Academia Argentina de Letras es la institución que cuida esta herencia, porque sabe que cuando un pueblo se olvida de sus escritores, es que se ha olvidado de sí mismo. Tengo para mí que por este olvido de su tradición espiritual, nuestro país ha sufrido y sufre tanta malaventura”.
En las palabras de estos dos académicos podemos constatar la aterradora lucidez de los poetas. Aunque quizás, algún día, en este país se alcance la buenaventura. Será el día en que los gobiernos se den cuenta de que pasarán los funcionarios, las crisis y las furias, y lo único que perdurará en la memoria unánime de la gente será lo que dijeron los poetas y lo que escribieron los escritores”
Susienflores
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